Hace unos días me llamó por teléfono una señora preguntando por el crucifijo que había encargado hace unos meses atrás. Le dije que el tallador hasta la fecha no lo había acabado por motivo de problemas personales que atraviesa.
La señora preocupada me dijo: Monseñor haz algo, lo necesitamos para la Pascua.
Ella pensaba en el crucifijo acabado para poder celebrar en su barrio la Semana Santa, especialmente el día viernes Santo para la adoración de la Cruz; luego entrar a las celebraciones de la Vigilia Pascual y a la Solemnidad de la Pascua.
Cuando ella acabó de hablar, yo pensaba que nosotros también lo necesitamos a Cristo para la Pascua.
En la Asamblea Pastoral realizada el mes pasado, hemos escuchado un testimonio conmovedor de los hermanos de la Fazenda Esperanza que llegaron de Brasil. Ellos trabajan con personas tóxico-dependientes. ¿Cómo se liberan estos hombres y mujeres de estas difíciles situaciones en su vida? En el gran hogar de la Fazenda inician cada día con la oración del Santo Rosario y luego escuchan la Palabra de Dios que proclaman cada día.
La Palabra escuchada y meditada les acompaña a lo largo de todo el día en los trabajos manuales. El día concluye con la celebración gozosa de la Eucaristía, donde comparten la experiencia liberadora de la Palabra de Dios y fortalecen su fe con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Así sucede día tras día. Esta experiencia de amistad con el Señor, mediante la Palabra de Dios que es: acogida, orada y vivida en medio de sus trabajos, debilidades, conflictos, relaciones interpersonales en la Fazenda. Les ayuda a dar un nuevo paso en su vida, el paso hacia la vida auténtica, hacia la libertad de los hijos de Dios. Más del 85 % de los ingresados, después de un proceso de la terapia espiritual y ocupacional, se integra otra vez a la sociedad y sirve con sus talentos, en la familia y en la comunidad.
Durante los tres días de la Asamblea Pastoral, hemos constatado que hoy, la familia necesita dar también un nuevo paso hacia un amor auténtico, vivido como entrega permanente entre los padres e hijos. Un nuevo paso hacia un trabajo más estable y una economía sostenible. Un nuevo paso hacia la fiesta, hacia un hogar alegre y acogedor, que se alimenta del Banquete Eucarístico cada domingo con la participación de toda familia.
Para dar este nuevo paso y celebrar la Pascua, todos necesitamos del Señor, de nuestra conversión personal y pastoral. Como nuestros hermanos en la Fazenda, también nosotros necesitamos de su Palabra: acogida, orada y vivida en las realidades de cada día. Necesitamos alimentarnos no solo de vez en cuando, sino cada día con su Cuerpo que nos fortalece y su Sangre que nos purifica. Necesitamos vivir en comunidad, aceptarnos tal como somos, dialogar por encima de todas las diferencias que surgen en nuestro caminar en la labor pastoral y buscar entre todos la voluntad del Señor.
Por tal razón hemos tomado la decisión de fortalecer la Pastoral Familiar, tanto a nivel del Vicariato, como a nivel de cada zona y de cada parroquia. Como material de ayuda tenemos las sabias catequesis del Papa Benedicto XVI que nos preparan al encuentro de las Familias a nivel mundial y nacional.
Tengo la firme esperanza que los Vicarios Zonales en coordinación con los Párrocos y la Vida Consagrada, acompañen con mucha solicitud a las familias en la “Pastoral familiar”, y a través de ellas El Señor llegará a otras familias ayudándoles a dar un nuevo paso en su vida.
Como hace dos mil años, también hoy el Señor Resucitado sale a nuestro encuentro y nos dice a todos: No tengan miedo, yo estoy con Ustedes todos los días hasta el final del mundo.
Señor, también nosotros te decimos: Gracias por tu Pasión y tu Resurrección. Nosotros te necesitamos para nuestra Pascua. ¡Felices pasos con el Señor para todos!
+Antonio Bonifacio Reimann, OFM