Parroquia el Carmen

 
Tierra, luz, lluvia  y flor…
El Carmen, tu gente
hecha surco y sudor
El Carmen:

gracias, Señor.
Gozo y llanto,
debilidad y don…
Parroquia:
    
La ofrenda que hoy presentamos
es trabajo cotidiano,
son muchos sueños
y nuestro hacer creador.

Sin Ti nada podemos.
Contigo, muerte y vida,
es Gracia y salvación.
Palabra es profecía.
Y servicio, amor.

La ofrenda que hoy presentamos
es tu regalo, Señor.
Transforma,
los frutos de nuestros campos,
en gracia de Comunión.

El domingo 15 de abril estaba programado desde hacía mucho tiempo… Era la fecha en la que vendría nuestro obispo para hacer entrega de la parroquia al P.  Carlos Uruzagaste. Hay un dicho que afirma: “las fiestas se conocen por las vísperas”. Y esta iba a ser una gran fiesta. Por eso no faltaba el ir y venir de una comunidad a otra  y la alegría de sentir, este segundo domingo de pascua,  como un regalo muy especial. Ya estaba todo preparado: el día anterior el pueblo se había convocado para  dejar todo limpio. Los hombres con el machete trabajaban en el exterior y las mujeres trapeaban la Iglesia. Estaba listo el camión para trasladar a la gente de los poblados vecinos. Y se sabía que habría comida para todos. Comunidad de comunidades compartiendo el Pan de Dios y el pan de los hermanos… Una vez más se repitió la experiencia tantas veces vivida, la madrugada del domingo descargó una intensa tormenta. Los caminos se hicieron  intransitables, era difícil cocinar a fuego en medio de tanta agua… Una vez más,  los sueños se purificaban y quedaba al desnudo la fragilidad de nuestro entorno. Pero, también, una vez más  la fe nos permitió palpar el milagro. El templo  parroquial se fue llenando poco a poco y  los que faltaban estaban en la memoria de vivos más presentes que nunca. El almuerzo hizo olvidar  los contratiempos y nuestro obispo jugaba con los niños a básquet mientras la música espantaba a las nubes.
¿Hubiera sido mejor si hubiera sido diferente? Seguro que no. Siempre, lo que no se ve, es lo que mantiene en pie la grandeza de las obras: la raíz en el árbol; los cimientos en las catedrales y la fe en quienes caminamos en permanente éxodo.
Y valió la pena el testimonio del P. Carlos, en una situación como esta, en la que luz y sombra juegan juntas, pero nos enceguece un arcoíris de bellas experiencias. ¡Dios Bendiga tus manos, y Bienvenido a estas tierras!.
 Hna. Blanca Sanz STJ