Usted ¿De dónde viene y a dónde va?


                 El día 26 de julio salí de Santa Cruz hacia Bogotá, con la finalidad de participar  del encuentro de los Obispos elegidos para el Sínodo de la Nueva Evangelización, a realizarse en octubre del presente año.
             El viaje ha coincidido con la fiesta de Santa Ana y San Joaquín. Esta festividad,  trae a mi memoria muchos recuerdos. En un santuario (monte de Santa Ana) de mi tierra natal , nació mi vocación misionera, cuando escuché el testimonio de un misionero franciscano de Brasil.  También en la fiesta de Santa Ana (hace 29 años) presidió la Eucaristía el recordado Mons. Antonio Eduardo Bösl. En esa Misa nos despedíamos el P. Estanislao, Hno. Félix y mi persona para salir a Bolivia. El nombramiento para ser obispo del Vicariato, me llegó cuando estuve de Guardián y párroco en la Recoleta de Sucre, lugar llamado; “Santa Ana del Monte Sión”. Recordando la fiesta de Santa Ana y San Joaquín, me dirijo hacia Bogotá, para iniciar la preparación al Sínodo cuyo lema es: “Nueva Evangelización, para la transmisión de la fe cristiana
Sobrevolando  el lago Titicaca, recordé que, un día 14 de mayo de 1988, el Papa Juan Pablo II, dirigiéndose a Lima desde Santa Cruz, en el avión hizo una hermosa oración a la Virgen de Copacabana, implorando por los pueblos que habitan estas tierras y también por los misioneros y misioneras.
Después de dos horas de vuelo aterrizamos en Lima para hacer escala. Esta ciudad guarda la memoria de los grandes misioneros, como: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano, San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo, y otros.
En el aeropuerto de Lima, pasando por el control de documentos, una señorita hace la siguiente pregunta a cada pasajero: Usted ¿de dónde viene y a dónde va? . Vengo de Santa Cruz y voy a Bogotá, (respondí). Luego me doy cuenta que,  también la respuesta es teológica: Venimos del Señor (la cruz signo del amor entregado)  y guiados por la fe (Santa Fe de Bogotá – el nombre original de la capital colombiana vamos hacia Él.
Luego esperar  dos horas, tomé otro avión para llegar a Bogotá. Las azafatas del vuelo Taca, visten un traje de color guinda, (muy parecido al color de hábito de las hermanas MESST de Concepción). Nos saludan amablemente indicando el asiento, sirviéndonos un rico sándwich de jamón y queso, atentas a cualquier llamada. Pienso que la caridad; la solidaridad con el prójimo, el perdón, se hace más factible, si uno descubre, que toda su vida es un viaje hacia el aeropuerto de la eternidad.  En este aeropuerto el documento más apreciado y necesario para el control, será el documento de la identidad amorosa con Dios y con el prójimo.
Arribando en Bogotá, me esperó una señora que trabaja en la Conferencia Episcopal de Colombia. En el mismo vuelo, llegó conmigo el Obispo Carlos Claudio Giménez de Caacupé, sede del Santuario Mariano Nacional de Paraguay.

Con estos pensamientos les saludo. Sobre el contenido del encuentro en Bogotá ,les compartiré en otro momento.
Fraternalmente:                                                     
   +Antonio B. Reimann, OFM