VISITA DE LAS HERMANAS CLARISAS A SAN ANTONIO DE LOMERÍO

Hace 24 años llegaron las Hermanas pobres de Santa Clara –más conocidas como Clarisas- a la ciudad de San Ignacio de Velasco. Ahí se han erigido como un lugar de oración y acogida, de encuentro con el Señor y con los hermanos.

En este mes de septiembre, tres hermanas de esta Comunidad Religiosa pertenecen a San Antonio y sus comunidades de Puesto Nuevo y Las Trancas visitaron nuestra parroquia. No sabían lo que les esperaba cuando telefonearon al P. Ruperto Rodríguez, párroco de San Antonio de Lomerío, para proponerle una visita a su parroquia a fin de promover un encuentro vocacional.

La idea fue acogida con mucho entusiasmo por el párroco, que organizó y coordinó todo para que ellas pudieran estar en San Antonio los días 15 al 18 de septiembre. Llegaron a Concepción la noche del 14 y el 15 en la mañana, tras una breve oración, daba comienzo la misión. El viaje fue inolvidable al pasar por varias comunidades fuimos sintiendo la acogida y cercanía de la gente, su hospitalidad.

Las actividades fueron varias: encuentro con los padres de los niños de la Primera Comunión, visitas a las familias en sus casas, encuentro con los jóvenes y con padres y jóvenes de Confirmación.

El día sábado dedicado a las comunidades. Por la mañana en Coloradillo, donde se concentraron también jóvenes de San Pablo, San Lorenzo y El Puquio. Por la tarde en Fátima, Florida y Puesto Nuevo.

Por la noche película en San Antonio: “El derecho de nacer”. También se ha tenido la proyección de la película “Clara y Francisco”.

El domingo la celebración de la Eucaristía como colofón, como punto final de estos días de auténtica misión.

Hasta aquí el “relato de los hechos”. Es difícil expresar con palabras, esas cosas que están en el corazón, en el ser de la persona, las vivencias profundas.

Las experiencias de encuentro; la vivencia, el compartir gozoso de la fe; las celebraciones tan bien preparadas, tan intensamente vividas; sentirse Iglesia todos, comunidad de verdaderos hermanos en torno al Señor Jesús; las dinámicas, momentos de encuentro; las expresiones de fe; la acogida sencilla y fraterna del vicario, P. Pascual y del seminarista Freddy, siempre dispuestos a hacer agradable la estancia de las hermanas; los mil y un detalles y delicadezas del P. Ruperto, que hicieron intuir a las hermanas que este hombre de Dios más que padre es MADRE, así, con mayúsculas.

Tantas cosas que nos han fortalecido con la fe de las hermanas, es como una inyección de nueva ilusión y entusiasmo para vivir con mayor intensidad el seguimiento de Jesús. Y también el deseo de continuar estas experiencias de encuentros vocacionales.

Ojala muchos jóvenes se sientan llamados e impulsados a seguir más de cerca a Jesús en el sacerdocio o a través de la vida consagrada.

Las Hermanas se marcharon gozosas, sabiendo que han recibido muchísimo más de lo que en su pobreza han podido dar.

Gracias, San Antonio de Lomerío y comunidades.

Gracias, P. Ruperto. Gracias, P. Pascual. Gracias, Freddy.

Gracias al Señor que nos cuida y está siempre con nosotros.