LA VICTORIA DE CRISTO

Hace unos días atrás, toda Bolivia vibraba con la victoria del equipo de fútbol sobre Argentina.

El Pueblo de Dios en el tiempo de cuaresma, se preparaba para recordar, celebrar y vibrar con otra victoria – LA VICTORIA DE CRISTO sobre el pecado y sus consecuencias. “Porque se acercan ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa; en ellos celebramos su TRIUNFO sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el misterio de nuestra redención (Prefacio de la Pasión).

1. Cielo y tierra pasará, pero mi palabra no pasará

En el mes de marzo (20 y 21) tuvimos nuestra Asamblea Pastoral y renovamos el Plan Pastoral a la luz de los Enfoques y las Directrices de la CEB.

El aporte que más resalta la importancia de la escucha de la Palabra de Dios en nuestras vidas. Cito algunas frases introducidas al plan pastoral:

¨ “Fortalecer en el Vicariato una Iglesia Evangelizadora que escucha la Palabra de Dios para buscar el encuentro personal y familiar con Cristo” (Area de Ev., 1).
¨ “Impulsar el conocimiento de la palabra de Dios para que sea el fundamento de la espiritualidad de los discípulos y eje de toda la acción pastoral” (3).
¨ “Promover la identidad de las diferentes culturas e iluminarlas a la luz de la Palabra de Dios” (Prom. Humana, 5).

¿Verdaderamente vibro con esta victoria de Cristo acogiendo con fe cada día esta Palabra victoriosa, dedicándole el tiempo oportuno? Durante la Asamblea, el P. Fernando Bascopé, tantas veces nos recordaba que gracias a la familiaridad con esta Palabra, adquirimos una nueva mirada de la realidad.

2. El que coma este pan vivirá para siempre

Si vibro con la victoria de Cristo, vibro con su Cuerpo y su Sangre que nos da la vida eterna (Jn 6, 54). El plan pastoral renovado, nos invita “a reconocer la Eucaristía, como fuente y cumbre de la vida cristiana” (Evangelización, 1).
En cada Eucaristía celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado. “Por esto, conmemorando no sólo una vez al año, sino cada domingo, el día de la resurrección de Cristo, la Iglesia indica a cada generación lo que constituye el eje central de la historia, con el cual se relacionan el misterio de principio y el del destino final del mundo” (de la Carta Apostólica
3. Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino

El Cuerpo de Cristo son también nuestros hermanos y hermanas, especialmente los pobres (cf Mt 26,34; Lc. 4,16). Esta verdad la tenemos también incorporada actualmente en el plan pastoral: “Promover discípulos para que desde el encuentro con Cristo salgan al encuentro de los más pobre, excluidos y marginados, expresándoles los valores de la acogida, amabilidad, cordialidad y cortesía” (Ev., 11).

En la última semana de marzo, en Londres, se llevó a cabo un encuentro de los líderes de los países más ricos del planeta, denominado G 20. Unos cuatro mil manifestantes, marcharon tras unas réplicas de los “cuatro jinetes del Apocalipsis”, representando los siguientes males de la humanidad: los delitos financieros, la guerra, el cambio climático y la falta de vivienda. Todos ellos afectan de manera particular a los pobres y desposeídos.

La fe nos dice, que Cristo con su vida, con su muerte y su resurrección, se enfrentó con estos males y los ha vencido con las siguientes virtudes:
- El afán de dinero y las riquezas, con su con despojo y su pobreza;
- La guerra – con un nuevo mandamiento de amor a Dios y al prójimo;
- El cambio climático – con el respeto a toda la creación;
- La falta de vivienda – derramando en nosotros su Espíritu de vida que nos conduce a las moradas eternas.

¿Cómo acogemos este desafío de comunicar a los pobres y excluidos en nuestras parroquias, la Buena Noticia de Salvación?

4. Se fue hacía el sol

Hace pocos días, leí el testimonio de una religiosa que trabaja en África, y dice así:
Un día me encuentra un joven y dice: ¿Tu profesión es la oración? Mi mamá me dijo que las monjas son profesionales en la oración. Mi abuelo no era monja, pero también oraba frecuentemente. Se despertaba temprano y dirigiendo su mirada hacia el sol, cerraba los ojos y no decía nada; pedía que no le perjudicáramos porque durante la oración veía a Dios. Me enseñó que, si quiero hablar con Dios, tengo que dirigirme hacia el sol, porque Dios ahí me espera. Cuando el abuelo murió, mi mama nos dijo que el abuelo se fue hacia el sol. Cada día mí mama hace lo mismo, mira hacia el sol y dice, que habla con Dios y con el abuelo. Al final el joven me pregunta: ¿Y tu ves a Dios, cuando miras hacia el sol? No siempre – respondí. Tienes que hacerlo cada día de nuevo, y nunca desanimarte. Así decía el abuelo; si lo haces, entonces verás a Dios – dijo el muchacho.

Queridas Hermanas y Hermanos.

Los primeros cristianos llamaban al domingo el día del Sol, porque Cristo por su muerte y resurrección ha vencido las tinieblas del pecado; una vez muerto, ya no muere más y vive para siempre
Que está Pascua nos ayude a levantar nuestra mirada hacia El a través de su Palabra, de su Cuerpo y Sangre y de cada uno de los hermanos y las hermanas. Y yo también se los digo, como aquél muchacho: Tienes que hacerlo cada día, y nunca desanimarte. Aleluya. Felices Pascuas les desea:

Mons. Antonio Bonifacio Reimann, OFM