El dengue y la Cuaresma

Al iniciar la Cuaresma llegan a nuestros oídos las noticias muy preocupantes: El Dengue continúa en crecimiento y se registran de 400 a 500 casos nuevos a diario. Se calcula que en estos días de carnaval, el número de los infectados puede llegar a 30.000.

Hasta la fecha el número de fallecidos asciende a 19 en todo el país y a 14 en Santa Cruz.

Diversos países se han solidarizado con Bolivia y han enviado ayuda para paliar este mal. Las ciudades más pobladas, como Santa Cruz, se constituye como epicentro de la enfermedad. Es difícil cortar la cadena de transmisión, por la proliferación de focos de infección que son criaderos del mosquito transmisor. Mientras existan estos focos de pudrición y la falta de limpieza en los barrios, este mal se irá extinguiendo.

¿Qué hacer? Las campañas de fumigación tienen que ser acompañadas por la disciplina interior de mantener la limpieza en sus casas y en los barrios populares.

¿Por qué lo menciono al iniciar el tiempo de Cuaresma?

El miércoles de Ceniza, el periódico El Deber informó, que en todo el país, durante los festejos del carnaval fallecieron 31 personas. La mayoría de ellas en accidentes de tránsito, otros por ahogamiento, otros por crímenes pasionales.

Me pregunto: ¿Cuántos quedarían heridos por el exceso en el consumo de alcohol y las peleas callejeras? ¿Cuántas personas enfermas por el consumo de drogas en estos días? ¿Cuántos heridos espiritualmente por las infidelidades y desmanes personales?
Y no solamente en estos días sino en la vida ordinaria, en todos los niveles, no faltan los focos de pudrición y corrupción que se puede comparar a un dengue espiritual.

¿Cuál es la manera de combatir y vencer este dengue espiritual?

El miércoles de ceniza, nuestros templos católicos, estaban repletos de los fieles que se acercaban para recibir la ceniza. El sacerdote o diácono, mientras dejaba caer la ceniza sobre la cabeza, pronunciaba las palabras: >arrepiéntete, conviértete y cree en el Evangelio<> recuérdate que eres polvo y en polvo volverás<>
Estimados Hermanos y Hermanas.

¿Quién de nosotros puede decir que está libre totalmente de este dengue espiritual que es el pecado personal y social?
Acojamos pues con la fe firme esta invitación del Señor, repetida hoy por el sucesor del Apóstol Pedro, para dedicar más tiempo a la oración, a la escucha de la Palabra de Dios y a una respuesta personal y familiar a esta llamada del Señor.

Si lo tomamos en serio, experimentaremos nuevamente el abrazo del Señor en el sacramento de la Reconciliación y una comunión con Él a través de la Eucaristía. Esta comunión consecuentemente nos debe llevar a estrechar los lazos familiares, eclesiales, sociales, políticos. Porque si verdaderamente hemos vuelto al Señor, entonces somos testigos de la vida, de la compasión, de la justicia, de respeto a toda la criatura, especialmente ante los más débiles y marginados.

Me gustó cuando alguien dijo: “La cuaresma se inicia con la ceniza, y termina con el fuego, el agua y la luz de la vigilia pascual. Algo debe quemarse y destruirse entre nosotros para dar lugar a la novedad de la vida pascual”.

Para este tiempo de preparación para la Pascua y la renovación de las promesas bautismales, les deseo de todo corazón el fuego del Espíritu que quema toda la suciedad, el agua que purifica de toda mancha, y la luz que nos ilumina y quía por el camino nuevo de comunión con Dios y con nuestros hermanos y hermanas.

Que nos acompañe la Beata Virgen María, causa de nuestra alegría, y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta dada vez más en “tabernáculo viviente de Dios” (del Mensaje cuaresmal del Papa).

Fraternalmente: Mons. Antonio Bonifacio Reimann, OFM
Concepción, Miércoles de Ceniza, 2009