Celebración de los 99 años de la Madre Dorothea

Señor, quiero compartir hoy contigo todas mis ilusiones, mis esperanzas y mis sueños. No importa cuantos años hayan pasado, pero aquí estoy firme como el roble y fuerte como el hierro.

Tan hermoso es ser joven, porque la juventud tiene un sueño perenne, y ve que hay un futuro grande con muchas promesas. Esos sueños tuvo nuestra querida madre Dorothea en su juventud en su tierra natal Viena Aunque con sus sombras y sus preocupaciones en los tiempos de las dos guerras que tuvo que pasar la madre Dorothea, tiempos de hambre, de luchas y tiempo de coraje, decisión personal.

Señor te presentamos la vida práctica de nuestra Madre Dorothea como ofrenda sobre tu altar.

La misericordia es una actitud bondadosa de compasión hacia otro. La misericordia es uno de los atributos divinos.

Enseñar al que no sabe, dar de comer al hambriento, visitar a los enfermos, visitar al preso, dar posada al peregrino, tolerar los defectos del prójimo, orar por los vivos y difuntos.

Estas obras son las que ha practicado la Madre Dorothea durante sus 99 años de vida.

Hoy está frente a tu altar Señor, y en nombre de ella nosotros hacemos estas ofrendas.

Los urupeces con flores y con números 99 de diferentes colores, EL VERDE los años de esperanzas, EL ROJO los años de amor y servicio prestado al prójimo, el AMARILLO las alegrías vividas en su hogar y la comunidad religiosa, EL ANARANJADO los momentos de reflexión delante del sagrario, EL ROSADO los años de sueños e ilusiones.

La vida nos trae todo y cada momento es un reto para el ser humano. Cada momento es un regalo del Señor.

El TROFEO, simboliza a la Madre Dorothea como campeona del Vicariato Apostólico Ñuflo de Chávez por ser la única que cuenta con estos años.

El mandil de la cocina, simboliza el servicio humilde y desinteresado que prestó la Madre Dorothea a los niños del internado de la Escuela y a su comunidad religiosa.

EL RELOJ, Ella no miró el tiempo, si era tarde de la noche 11, 12, o 1º de la mañana, esperaba a sus hermanas o las visitas sentad rezando su rosario, para poder servirles algo de comer y tomar, nunca se la vio impaciente, más bien con amor atendió a los huéspedes y a las hermanas que llegaban de un viaje o de su trabajo, o de realizar una operación en el hospital.

LA LUZ, que siempre guía a la Madre Dorothea. Cristo es su luz que le da la fuerza y esa chispa de buen humor, ese aire de que lleva dentro de si el gran amor a Cristo. Y sólo se puede ser feliz si de verdad lo aceptamos como nuestro salvador personal.

LAS FRUTAS, simbolizan el esfuerzo y constancia de la madre Dorothea, algunas frutas dulces y otras ácidas. Así también ha pasado la Madre Dorothea, días felices y días tristes.

PAN Y VINO, la fortaleza, la comida espiritual que cada día recibe la M. Dorothea con fe y amor, el centro de su vocación religiosa y de su vida cotidiana. La unión íntima con Cristo en el sacramento del altar.

Recibe Señor de nuestras manos juveniles estas ofrendas y que nosotros podamos aprender de esta noble mujer, a servirte y amarte con todo nuestro corazón.