III ANIVERSARIO “MISIÓN PERMANENTE”



Roma, 19 de Octubre de 2012

Estimadas Familias Misioneras, Reverendos Presbíteros, Hermanas y Hermanos la Vida Consagrada

El día 11 de Octubre, en la celebración que proclamaba el inicio del Año de la Fe, y recordaba el 50 aniversario del comienzo del Cancillo Vaticano II, el Santo Padre Benedicto XVI, indicó otra importante dirección:” en la fe resuena el presente y eterno Dios que trasciende el tiempo y que sin embargo, solamente puede ser acogido por nosotros en el hoy irrepetible”.

Desde hace tres años, celebramos en nuestro Vicariato este acontecimiento tan importante para la vida de la Iglesia que es la presencia de Cristo entre nosotros, enviado por El Padre con el poder del Espíritu, para construir una Familia nueva, fundamentada en la fe en Dios y en el amor mutuo. El lema de este siguiente aniversario de la Misión Permanente es: “Vicariato Misionero comparte la fe desde la Familia”.

Durante este Sínodo mucho se menciona de la Familia como lugar preferencial de Dios para llevar al mundo la Buena Noticia de la Salvación en Cristo. La familia es indispensable no solo para la transmisión de la fe, sino también para la formación de la persona humana. Todo los sabemos que, si hoy nuestra fe en Cristo  es fuerte, pues porque ha sido fuerte la fe viva de nuestros padres.

Por otro lado nos damos cuenta que muchas familias de hoy sufren por diferentes causas. Una de ellas es la desintegración familiar, cuyos exponentes más significativos son: la ausencia del padre, y por  consiguiente la situación difícil de la madre. Eso tiene una influencia negativa enorme en el desarrollo integral de la persona, tanto a nivel espiritual, afectivo y social.

¿Que hacer, para que el padre de la familia retorne al hogar, sea más responsable con la familia? ¿Cómo ayudar a tantas mujeres preocupadas por el pan de cada día para sus hijos? ¿Cómo ayudar a tantas familias que viven sin el sacramento del matrimonio, signo del amor eterno de la Familia de Dios, por la Familia humana?

La respuesta a estas preguntas sólo podemos obtener viviendo una amistad profunda cada día con El Señor. Si escuchamos su Palabra cada día y alimentamos nuestra fe con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, escucharemos el grito de la persona a nuestro lado. Tal vez será el grito de alguien de tu misma familia, de tu barrio, de la persona encontrada en la calle. Estoy seguro que no pasaremos indiferente, porque El Espíritu de Cristo vivo en nosotros nos detendrá para ayudarle.

Esta es nuestra Misión Permanente. Esta, la  Misión a la que nos invita El Señor de la Vida, desde los niños y adolescentes, los jóvenes y los ancianos, las familias de sangre, y las familias  religiosas, los sacerdotes con su obispo – la misión de todos los bautizados.

El Santo Padre, Benedicto XVI, hablando del Año de la Fe nos dice: La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado, y es el mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida.

Doy gracias a Dios porque es El que nos ha convocado para compartir nuestra fe, y sentirnos sus discípulos misioneros. A todos los que han preparado este encuentro misionero, y se han desvelado para que sea para la mayor Gloria de Dios y el bien de esta Iglesia misionera.

También gracias por su oración que nos han acompañado, para que seamos dóciles al Espíritu Santo en este Sínodo y toda nuestra vida.

Confiemos a la Madre de Dios, proclamada bienaventurada porque ha creído” este día y nuestra labor misionera en este Año de la Fe y durante toda nuestra vida.

Dios les bendiga.
Fraternalmente: +Antonio Bonifacio Reimann, OFM