Cuando se trata de la misión y del Reino, el Evangelio usa verbos que implican en los discípulos un descentramiento, una salida de sí mismos hacia el mundo, las situaciones concretas, el hermano… (Mc.6,6-12).
Al mismo tiempo el fruto de este salir es siempre pequeño, casi imperceptible, pero con una fuerza transformadora que nadie es capaz de imaginar. La semilla produce el ciento por uno y el grano de mostaza llega a ser un árbol que acoge con su sombra y ofrece un hogar a los pajarillos (Mc. 4,26-32).
Las acciones pastorales que realizamos, muchas veces revelan este sentido evangélico aunque, acostumbrados a vivir en misión, no encontramos un espacio para saborear el sentido de lo que acontece.
La Asamblea pastoral de Tierras Bajas realizada el 12 de mayo de 2012, nos ofreció estos signos:
“Salieron” (Mc.6,12)
No faltaron representantes de ninguna de las parroquias de la zona, formamos parte de la Asamblea un total de 48 personas: párrocos, laicos comprometidos, hermanas de la vida consagrada… En la bienvenida, el P.Mario, orientó el sentido del encuentro y empleó la palabra: fortalecimiento. Se trataba, no tanto de repetir lo que en la Asamblea de marzo habíamos trabajado, como de volver sobre los ejes inspiradores para comunicar fuerza y novedad en nuestras parroquias priorizando la pastoral familiar.
Sucede con el Reino de Dios lo mismo que con el grano que un hombre echa en la tierra…” (Mc.4,26)
Seguidamente, la oración hizo el efecto del grano sembrado. La luz del cirio pascual iluminaba la sala y los que nos habíamos juntado nos sentíamos comunidad de comunidades. Deseábamos llevar a nuestras parroquias, aunque fuese pequeña, una llama del Cristo resucitado: analizando, compartiendo y sembrando esperanza en las situaciones familiares que presenta nuestra realidad. Para ello nos ayudó un video y la expresión escrita en papeles de lo que percibimos como amenazas y oportunidades en el seno de las familias.
María no podía faltar en este espacio orante donde grano, sembrador y tierra actuaban silenciosamente en el corazón de cada uno.
“¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos…” (Mc. 4,30)
El modo de exponer el objetivo de nuestro encuentro, fue un power que sintetizaba la presentación que hizo Mons. Fernando Bascopé sobre la familia y las conclusiones recogidas en la Asamblea Pastoral del Vicariato del mes de marzo. Esto ayudó a formular tres preguntas que se trabajaron en grupos formados por los representantes de cada una de las parroquias.
Viendo nuestra realidad, ¿a que nos invita la Iglesia hoy y que estamos dispuestos a dar?
¿Qué lugar damos a Dios hoy en nuestra familia, teniendo en cuenta que ponemos más prioridad en los medios de comunicación u otras distracciones que nos rodean dentro y fuera de casa?
¿Qué pasos quiero dar en éste momento para mejorar la vida familiar de nuestros pueblos y Parroquia?.
“Ellos salieron a predicar y exhortaban a la conversión…” (Mc.6,12)
Las dos primeras preguntas nos ayudaron a plantearnos la situación real de la familia y a escuchar el urgente llamado de la Iglesia a entregar lo mejor de nosotros mismos en la misión de recuperar la vida familiar, de acompañar los procesos de conversión a los valores evangélicos. Con la tercera pregunta concretamos el cómo. Las acciones concretas por las que la predicación motivaría el cambio de corazón y de mente.
Para finalizar, la H. Blanca, la H. Daniela y la H. Aparecida, insistieron sobre la necesidad de continuar promoviendo otras acciones pastorales importantes y que también, directa o indirectamente, colaboran con la pastoral familiar.
Pastoral bíblica: se informó sobre el taller que se llevó a cabo en el mes de abril en S. Ramón y se invitó a participar en los sucesivos. También se recordó el compromiso que habían hecho los participantes de hacer una réplica en las parroquias y la organización que se ha establecido como comisión: cada parroquia cuenta con dos responsables para promover la centralidad de la Palabra, desde todas las acciones pastorales. Se animó a formar grupos de lectura orante de la Palabra.
Pastoral catequética: La H. Daniela dio orientaciones claras sobre la catequesis de hoy. Señaló los signos de los nuevos tiempos en relación a la fe. Frente a la constatación de un progresivo alejamiento de Dios, nos interrogamos sobre nuestro hacer catequético y nos atrevemos a proponer algo nuevo, consientes de lo difícil que es, pero no imposible. El punto de partida son los “agentes de pastoral”. Un desafío para la gente de hoy es el testimonio de vida: se necesitan hombres y mujeres enamorados de Cristo que contagien a otros en el seguimiento. Esto no es posible sin prácticas concretas: oración, vida sacramental y servicio.
Infancia misionera: Los niños son, muchas veces sin saberlo, quienes promueven una verdadera pastoral familiar. Su insistencia y su entusiasmo logra implicar a la familia en su propia respuesta de fe. Es importante que les acompañemos y que les ayudemos a crear las actitudes que propone el programa de formación. A través del valor de la oración, la vida eclesial, la misión y el testimonio. La vida sacramental se experimenta, no sólo de práctica, sino como encuentro gozoso con quien sabemos nos ama.
“El grano germina y crece sin que se sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma…” (Mc- 4,27-28)
Y nos despedimos en medio de una lluvia suave, muy buena para hacer germinar. Partimos con el deseo de volver a salir con Jesús, “a recorrer los pueblos de alrededor, enseñando” (Mc.6,6)
H. Blanca Sanz