El sábado, 25 de setiembre, nos hemos reunido en el internado de Santa Clara, un grupo de 33 jóvenes que recibirán el sacramento de la Confirmación, el próximo 16 de octubre. Iniciamos a las 8,30 de la mañana. Los jóvenes, habían partido de El Carmen muy temprano, a las 6,00 am., pero el recorrido hasta El Fortín lo han hecho en un remolque de tractor para garantizar que no habría lluvia ni obstáculo que impidiese celebrar la convivencia.
Ha sido una experiencia muy bonita, han acudido todos los que, después del proceso de la catequesis, estaban decididos a dar el paso… Sabían que sin asistir al encuentro, ellos mismos optaban por no confirmarse. Y han llegado casi todos.
Hemos profundizado el sentido de la Eucaristía y cinco jóvenes comulgaron por primera vez el Cuerpo de Cristo. Nos hemos acercado de nuevo a sentir la misericordia de Dios en el sacramento de la Reconciliación. Y hemos renovado nuestro deseo de ser confirmados en la fe, con la fuerza del Espíritu Santo, ser discípulos y misioneros, testigos incondicionales, valientes, y humildes…
Al llegar, como el grupo estaba integrado por jóvenes de distintas comunidades, se tendía a no romper las fronteras. Pero en seguida se crearon lazos de amistad entre unos y otros. Y al observarlo, resultaba fácil acoger la experiencia de Pentecostés y la vida de las primeras comunidades. El Espíritu sigue aleteando… Y cuando llegó la hora de partir algo nuevo había acontecido… Lo proclamaban los rostros, lo decían los cantos, lo sentía el corazón…
Blanca Sanz Hidalgo
Ha sido una experiencia muy bonita, han acudido todos los que, después del proceso de la catequesis, estaban decididos a dar el paso… Sabían que sin asistir al encuentro, ellos mismos optaban por no confirmarse. Y han llegado casi todos.
Hemos profundizado el sentido de la Eucaristía y cinco jóvenes comulgaron por primera vez el Cuerpo de Cristo. Nos hemos acercado de nuevo a sentir la misericordia de Dios en el sacramento de la Reconciliación. Y hemos renovado nuestro deseo de ser confirmados en la fe, con la fuerza del Espíritu Santo, ser discípulos y misioneros, testigos incondicionales, valientes, y humildes…
Al llegar, como el grupo estaba integrado por jóvenes de distintas comunidades, se tendía a no romper las fronteras. Pero en seguida se crearon lazos de amistad entre unos y otros. Y al observarlo, resultaba fácil acoger la experiencia de Pentecostés y la vida de las primeras comunidades. El Espíritu sigue aleteando… Y cuando llegó la hora de partir algo nuevo había acontecido… Lo proclamaban los rostros, lo decían los cantos, lo sentía el corazón…
Blanca Sanz Hidalgo