Queridos amigos

Todo el viernes Santo, tuvimos un vía crucis largo, muy largo. Todavía no habíamos tenido noticias de los que estaban en el camino. Llegó la noche, eran cerca de las diez cuando aparecieron con el tractor los tres hombres. Necesitaron todo el jueves y el viernes para hacer posible el encuentro con el grupo de gente, que también había pasado dos días, en medio de dificultades. Volvieron con miedo. Había subido mucho el agua, incluso una cosechadora estaba volcada en el agua, estaban llenos de barro y agotados. Les atendimos como pudimos con mucho cariño, nuestro sufrimiento les había acompañado.

El sábado fue un día especial. Con la gente terminamos de acomodar un aula polifuncional que hemos construido en el campamento. El domingo de pascua sirvió para celebrar con gozo la Eucaristía y bautizar a 22 niños. La tarde del sábado la pasamos esperando a un camión que tenía que transportar pollos para todas las familias. Muchas de ellas llevaban más de dos meses sin comer carne y nos pareció que era la mejor manera de celebrar la resurrección. El camión no llegó hasta pasadas las nueve de la noche, así que nuestra vigilia pascual se celebró en medio del pueblo, repartiendo alimento para todos. Siempre la vida nos reserva algo nuevo. Y ¿no es este el sentido de la pascua? “Miren que hago nuevas todas las cosas”. Ojalá que el gesto de haber querido llevar a cada uno de nuestros hermanos la alegría de un bocado más rico, les haya sabido a Pascua.

Hna. Blanca Saenz