Queridas Hermanas y Hermanos en la Vida Consagrada

Mensaje para la Jornada de la Vida Consagrada, 2 de febrero 2010

Reciban mi saludo fraterno y felicitación con ocasión de la Jornada de la vida consagrada que celebramos ya tradicionalmente el día 2 de febrero en el contexto litúrgico de la Fiesta de la Presentación del Señor.

Vida consagrada dócil al Espíritu Santo

San Lucas al narrar la presentación de Jesús en el templo, subraya la docilidad al Espíritu Santo por parte del anciano Simeón y de la profetisa Ana (cf Lc 2, 25.36).

El mismo Espíritu Santo a lo largo de la historia de la Iglesia atrae a algunas personas a vivir el Evangelio de modo radical y a traducirlo en un estilo de seguimiento al Señor más generoso. La vida consagrada con su entrega, servicio y alabanza al Dios Altísimo debe ser el reflejo vivo de la presencia del Señor en medio de su pueblo.

Si el encuentro personal con Cristo por la inspiración del Espíritu Santo es fundamental para todo cristiano, a mayor razón para la vida consagrada. El Documento de Aparecida al respecto nos dice: “La vida consagrada es un don del Padre por medio del Espíritu a su Iglesia… es un camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con un corazón indiviso, y ponerse, como Él, al servicio de Dios y de la humanidad, asumiendo la forma de vida que Cristo escogió para venir a este mundo: una vida virginal, pobre y obediente” (A 216).

Estamos en las puertas de nuestra Asamblea Pastoral del Vicariato. La vida consagrada desde el inicio de la evangelización de estos pueblos (San Javier1691; Concepción1709) tuvo su rol importante.
El Plan Pastoral del Vicariato tiene también por objetivo el encuentro con Cristo para ser sus discípulos y misioneros. ¿Quién mejor que la vida consagrada puede ser maestra y guía en este encuentro con Cristo? Por eso les agradezco de todo corazón por responder cada día a la invitación del Espíritu Santo para salir al encuentro con él Señor a través de la oración verbal, reflexiva, afectiva, y sobre todo a través de la contemplación amorosa de la presencia del Señor. En esta oración sobran las palabras y queda pura percepción agradecida y amorosa por su presencia en mí y en la vida del mundo. Mientras más ahondemos en Él Señor más fuego se suscitará para responder a los desafíos en las tres áreas: de evangelización, de promoción humana y de las pastorales específicas (de la comunión eclesial).

Del Cristo en la oración con Cristo en el pobre

Del encuentro con Cristo en la intimidad de la oración brota también la solidaridad como actividad permanente de servicio de caridad de la Iglesia entre los pobres. También en este servicio a los pobres y a la dignidad humana (educación, salud), Aparecida pide a la vida consagrada: “En comunión con los Pastores, los consagrados y consagradas son llamados a hacer de sus lugares de presencia, de su vida fraterna en comunión y de sus obras, espacios de anuncio explícito del Evangelio, principalmente a los más pobres, como lo han hecho en nuestro continente desde el inicio de la evangelización. De este modo, colaboraran, según sus carismas fundacionales, con la gestación de una nueva generación de cristianos discípulos y misioneros, y de una sociedad donde se respete la justicia y la dignidad de la persona humana” (217).

En los últimos días fuimos sorprendidos todos por la catástrofe en Haití. Entre miles y miles de muertos y desaparecidos se encuentran más de cien religiosos y religiosas muertos y desaparecidos. Estos hermanos y hermanas en la vida consagrada servían a los más pobres de los pobres de América Latina y del Caribe. De todos los religiosos contactados por la CLAR en Haití y de otras fuentes ha llegado el mismo SOS: “manden medicinas, médicos y enfermeros porque hay muchísima necesidad”. Estoy seguro que la vida consagrada del Vicariato hará todo lo posible para solidarizarse con estos hermanos y hermanas de Haití a través de la oración permanente y la solidaridad efectiva enviada por medio de la Conferencia Episcopal de Bolivia. De antemano les agradezco por cualquier iniciativa solidaria.

Quiero aprovechar para agradecerles también por su presencia a lado de los niños y las personas mayores que sufren a causa de las enfermedades, abandono, violencia, incomprensión, infidelidades, pecado personal y social,…etc. Les recuerdo las palabras del Señor: “Les aseguro que lo que hayan hecho a uno solo de éstos, mis hermanos menores, me lo hicieron a mí” (Mt 25, 40).

Promotores de comunión

La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin comunión. Ante la tentación, muy presente en la cultura actual, de ser cristianos sin Iglesia y las nuevas búsquedas espirituales individualistas, afirmamos que la fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad eclesial y ella >nos da una familia, la familia universal en la Iglesia Católica< (cf Aparecida, 156). El Documento señala como principales lugares de comunión: la Diócesis, la Parroquia, las Comunidades Eclesiales de Base y pequeñas comunidades (cf. 170-180). Como no agradecer a mis hermanos y hermanas en la vida consagrada por tejer esta red de comunión en las parroquias, especialmente entre el clero diocesano y entre los laicos. Nada tanto atrae a Cristo como los lazos de comunión, de respeto y de tolerancia. Como no agradecerles por salir al encuentro con los jóvenes que aspiran a la vida clerical o religiosa para darles animo en el seguimiento y enamoramiento en Cristo Buen Pastor. A todos los hermanos y hermanas que acompañan no solo en este> año sacerdotal<>
Con saludo fraterno: + Antonio Bonifacio Reimann, OFM