BENDICIÓN DEL INTERNADO “SANTA CLARA”

Desde que Jesús dejó Nazaret y comenzó la misión, su hogar fueron los caminos; en ellos se encontraba con La gente: curaba, bendecía y compartía su intimidad. Revelaba –nos manifestaba, también a nosotros- los secretos del Reino.
A los discípulos les recomendó que fueran de una ciudad a otra, que se alojaran donde les dieran acogida, pero parece que no para permanecer mucho tiempo (Mt.10,7-11)…

Y así, con la impresión de ir sembrando mientras vamos de camino, nació el internado Santa Clara, en lo que fueron las dependencias de Cáritas de El Fortín Libertad.

Es una infraestructura del Vicariato que necesitaba ponerse al servicio del pueblo; y, los jóvenes que viven más alejados de la Unidad Educativa, han encontrado una respuesta para su formación integral. Doña Elsi Morales, cuando era directora de Cáritas, se hizo cargo de la remodelación del edificio; de convocar al pueblo de El Fortín y a las distintas comunidades que integran el Núcleo Escolar; de planificar los trabajos comunitarios; de todas las gestiones con la Alcaldía; del equipamiento… Al iniciarse la gestión 2010 estaba todo listo.

Y así, por los caminos, han ido llegando los jóvenes, buscando, sin saber demasiado de qué se trataba. Porque acoger un nuevo estilo de vivir en familia, de convivencia, de tareas comunes: responder a una organización y a unas normas, no es fácil.
Y así, por los caminos, desde la Brecha Casarabe, llegó Monseñor a bendecir el internado Santa Clara, el día 22 de marzo. Se inició con una Eucaristía. Estaban invitados los padres de los internos, los jóvenes, las autoridades del pueblo, el director del Colegio. Y también, acudieron las Hermanas de San Julián acompañadas de Mª Ángeles Muñiz, nuestra Provincial. Concelebraron: el párroco actual, P. Gaspar y el P. Estanislao, que vino de Santa Cruz.

En la homilía, Mons. Antonio B., destacó dos mensajes de la Palabra que se había proclamado Jn.8,12-20. Jesús es Luz, aunque en las próximas fiestas de Semana Santa le contemplemos crucificado, a pesar el dolor y la muerte, todo apunta a la resurrección. Él ha vencido la oscuridad, las tinieblas del pecado… Como a la adultera, Él habría querido liberar también a sus acusadores, pero uno por uno se fueron marchando sin escuchar su sentencia: “Yo no te condeno, en adelante no peques más”.
Luego, en el Evangelio, Jesús nos decía:”No estoy sólo”. Esto llena el corazón de quienes, como discípulos y misioneros, le seguimos. No estamos solos, Él camina con nosotros, Él va abriendo el sendero mostrándonos al Padre, ayudándonos a descubrir el proyecto de Dios en nuestra vida.

Terminada la Misa fuimos al internado y se impartió la bendición recorriendo todos los ambientes. Con unas palabras de gratitud terminó el acto, familiar y sencillo, como lo que acontece en medio de los caminos.

H. Blanca Sanz