El día 6 de febrero, sábado, estaba convocada en San Ramón la vida consagrada para celebrar la fiesta de la Presentación. Estuvimos presentes 30 Hermanos/as: Franciscanos, Hijas de la Iglesia, Siervas del Corazón de Jesús, Siervas de María, Siervas del Sagrado Corazón, Franciscanas de la Penitencia, Franciscanas de Hall, Teresianas y las Obreras de la Cruz.
El P. René Sandoval nos acogió con la sencillez, amabilidad y servicio que le caracterizan. La jornada comenzó a las 10 de la mañana con una Eucaristía presidida por nuestro obispo. La liturgia fue preparada por las Hermanas de Cuatro Cañadas que están en la formación inicial, un testimonio esperanzador en medio de tantos interrogantes de futuro como se plantea la vida religiosa. Les acompañaba la Hermana Provincial que había llegado de Brasil.
Antes de iniciar la celebración se dio la bienvenida a las Hermanas que se han integrado recientemente en las distintas comunidades del Vicariato. Se comenzó la Eucaristía con una procesión desde el atrio de la Iglesia en la que, las velas encendidas, nos recordaban nuestra misión de ser testigos de la Luz, que es Cristo Jesús. Para ello, como Simeón, debíamos abrir los ojos y experimentar la misma paz que al anciano le hizo proclamar su fe traspasando la débil imagen de un recién nacido: Este es el Salvador, esperado, deseado, permanente signo de contradicción.
En la homilía, Monseñor, nos invitó a volver la mirada hacia nuestros padres, hacia las personas que cuando éramos pequeños nos habían llevado al templo. Insistió en la necesidad de hacer de Cristo el centro de nuestra vida, cuidando los espacios de tiempo dedicados al encuentro con El. Nos recordó algunas palabras del Mensaje del Papa a la vida consagrada y del Documento de Aparecida. Pero, sobre todo, nos motivó a ser signo de COMUNIÓN. No hay discipulado sin comunión. Nos agradeció, con las mismas palabras de su carta del 2 de febrero, el que la vida consagrada ayudara a tejer una red de comunión en las parroquias especialmente entre el clero diocesano y entre los laicos. Recordó que somos de diferentes nacionalidades y si nuestra vida comunitaria es fruto del encuentro con Cristo y de la conversión personal, entonces podemos ser luz para una convivencia pacífica y fraterna entre diferentes culturas y grupos sociales en nuestro país.
Después de la misa nos reunimos para presentar el Plan estratégico 2010-2012 de la CBR. Pero, antes, se hizo recuerdo de la situación de Haití y la importancia que tienen los gestos de solidaridad en momentos de tanto dolor. Consideramos la posibilidad de escribir a la vida consagrada de este país, o a los Franciscanos menores que, también, trabajan en Haití, para expresarles nuestro apoyo y cercanía. Se quedó que la Asamblea concretaríamos este punto.
En la presentación del plan se subrayó la importancia que tiene un buen funcionamiento de las Regionales para ayudar al proyecto de la nueva restructuración que la CBR se plantea llevar a cabo durante este trienio. Pareció oportuno articularse por zonas y programar algunos encuentros que nos ayudaran a fortalecer nuestro compromiso con la CBR. Se pensó que hubiera una hermana/o, en cada zona, que convoque y anime estos encuentros y se forme con ellos un pequeño equipo que nos represente a nivel nacional. Trataremos de concretar todo esto, también, en la Asamblea.
Terminamos con un almuerzo en el que se sentía un ambiente muy agradable y fraterno.
Hna. Blanca Sanz Hidalgo
El P. René Sandoval nos acogió con la sencillez, amabilidad y servicio que le caracterizan. La jornada comenzó a las 10 de la mañana con una Eucaristía presidida por nuestro obispo. La liturgia fue preparada por las Hermanas de Cuatro Cañadas que están en la formación inicial, un testimonio esperanzador en medio de tantos interrogantes de futuro como se plantea la vida religiosa. Les acompañaba la Hermana Provincial que había llegado de Brasil.
Antes de iniciar la celebración se dio la bienvenida a las Hermanas que se han integrado recientemente en las distintas comunidades del Vicariato. Se comenzó la Eucaristía con una procesión desde el atrio de la Iglesia en la que, las velas encendidas, nos recordaban nuestra misión de ser testigos de la Luz, que es Cristo Jesús. Para ello, como Simeón, debíamos abrir los ojos y experimentar la misma paz que al anciano le hizo proclamar su fe traspasando la débil imagen de un recién nacido: Este es el Salvador, esperado, deseado, permanente signo de contradicción.
En la homilía, Monseñor, nos invitó a volver la mirada hacia nuestros padres, hacia las personas que cuando éramos pequeños nos habían llevado al templo. Insistió en la necesidad de hacer de Cristo el centro de nuestra vida, cuidando los espacios de tiempo dedicados al encuentro con El. Nos recordó algunas palabras del Mensaje del Papa a la vida consagrada y del Documento de Aparecida. Pero, sobre todo, nos motivó a ser signo de COMUNIÓN. No hay discipulado sin comunión. Nos agradeció, con las mismas palabras de su carta del 2 de febrero, el que la vida consagrada ayudara a tejer una red de comunión en las parroquias especialmente entre el clero diocesano y entre los laicos. Recordó que somos de diferentes nacionalidades y si nuestra vida comunitaria es fruto del encuentro con Cristo y de la conversión personal, entonces podemos ser luz para una convivencia pacífica y fraterna entre diferentes culturas y grupos sociales en nuestro país.
Después de la misa nos reunimos para presentar el Plan estratégico 2010-2012 de la CBR. Pero, antes, se hizo recuerdo de la situación de Haití y la importancia que tienen los gestos de solidaridad en momentos de tanto dolor. Consideramos la posibilidad de escribir a la vida consagrada de este país, o a los Franciscanos menores que, también, trabajan en Haití, para expresarles nuestro apoyo y cercanía. Se quedó que la Asamblea concretaríamos este punto.
En la presentación del plan se subrayó la importancia que tiene un buen funcionamiento de las Regionales para ayudar al proyecto de la nueva restructuración que la CBR se plantea llevar a cabo durante este trienio. Pareció oportuno articularse por zonas y programar algunos encuentros que nos ayudaran a fortalecer nuestro compromiso con la CBR. Se pensó que hubiera una hermana/o, en cada zona, que convoque y anime estos encuentros y se forme con ellos un pequeño equipo que nos represente a nivel nacional. Trataremos de concretar todo esto, también, en la Asamblea.
Terminamos con un almuerzo en el que se sentía un ambiente muy agradable y fraterno.
Hna. Blanca Sanz Hidalgo